Elecciones 2024

México tiene varios meses inundado en propaganda electoral. Poner un pie en la calle es encontrarse con las multiplicadas caras sonrientes de los hipócritas criminales que buscan un nuevo puesto de poder. No hay peor forma de contaminación, ambiental, visual y hasta psicológica. Cuánto gasto se hace con tal de que veamos su jeta. No hay ni uno solo que valga la pena, todos lo sabemos, pero de todas formas muchos van a votar, siguiendo el juego que siempre jugamos y en el que solo ganan unos cuantos.

Me caga la idea de tener que votar a huevo por alguien. Muchos dicen cosas como “vota por quien sea, pero vota” o “hay que votar por el menos peor”, como si participar en este circo trajera algo bueno. ¿No nos ha demostrado la historia todo lo contrario? ¿Por qué insistimos en creer en este sistema podrido? Sí, ya sé, se supone que es lo que “mejor funciona” hasta ahora. Más bien es lo más cómodo, tanto para los que no les importa como para los poderosos. Los que se joden son los más pobres, pero mientras nadie los voltee a ver no pasa nada.

Yo no pienso votar, quizá nunca jamás en mi vida. La única vez que voté caí en el juego y voté por AMLO. Como muchos, creí que dejar atrás a los partidos políticos de siempre significaría algo, sentí la ligera esperanza de que quizá por primera vez tendríamos un cambio verdadero. Y allá voy como pendejo a votar. Ya todos sabemos que no sucedió lo que pensábamos y no porque Morena sea particularmente nocivo, sino porque todos lo son. Todas y cada una de las personas que ocupan un puesto en la política son basura y se mueven dentro del mismo sistema. No existe diferencia si cambian de nombre o de color. Todos son lo mismo, sin excepciones. Esa es la política, ese es el sistema que creamos, así funciona y no va a cambiar.

Si acaso existe la posibilidad de un cambio no vendrá de ahí dentro. El PRI, el PAN, Morena, Movimiento Ciudadano y todas sus alianzas son parte de la misma mafia que se va pasando el poder de mano en mano según les convenga. Los políticos brincan como ranas entre partidos, persiguiendo siempre sus intereses personales. Es así, no es ninguna novedad. Lo hemos vivido por generaciones, incluso desde antes de la Revolución, hasta desde antes de la Independencia. Y no es muy diferente en otros países del mundo, solo que algunos son más descarados que otros; depende hasta dónde decidan abusar de su poder.

¿Para qué votar? No tiene sentido. Nomás sirve para hacer corajes, hasta que se nos pase y sigamos con nuestra vida porque tenemos cosas más importantes que hacer. Hay que agachar la cabeza, reconocer que no vamos a cambiar nada y seguir adelante. Mientras podamos vivir con cierta comodidad, ¿qué más da? No hace falta mover un dedo para intentar que el sistema se modifique. Cierto nivel básico de comodidad es todo lo que necesitamos. Eso lo saben todos los políticos y nos lo dan para mantenernos callados, mientras ellos siguen saqueando la nación a costa de los menos afortunados.

Entre mayores nos hacemos, más nos damos cuenta de esto, pero también nos cansamos más. Es decir, nos resignamos y tomamos dos caminos: o abandonamos toda esperanza o nos casamos con cierta postura. Estamos demasiado hartos para seguir luchando, lo que queremos es algún beneficio, aunque sea mínimo. La vida se nos acaba, no hay tiempo para oponerse. No puedo culpar a nadie por actuar así, me parece normal. Te chingan demasiado toda la vida como para esperar otra reacción. Lo único que estamos intentando hacer es sobrevivir. Ese es el problema. Hasta los políticos están sobreviviendo, para ellos esto no es más que una empresa, un puesto de trabajo, un ingreso. No lo ven como un servicio al país, lo ven como una forma de ganar dinero, como todos los que buscamos trabajo. La diferencia es que ellos se ganan la vida con nuestro sufrimiento y afectan los recursos más básicos.

Mientras la política siga siendo solo un puesto laboral para la gente rica, nada va a cambiar. El día que no les demos ni un solo peso a los servidores públicos, entonces notaremos alguna diferencia. Yo digo que debería ser así: quien quiera un puesto en la política, no debe recibir un ingreso, eso que se lo ganen aparte, trabajando como todos. El dinero de los impuestos no debe ser para enriquecer a unas cuantas personas, sino para la educación, la salud, la seguridad y la cultura. Quien sea servidor público debe hacerlo por auténtico altruismo, por verdaderas ganas de ayudar, de forma desinteresada, sin obtener nada a cambio. Si fuera así, ¿quién se aventaría la chamba? La gente más honesta, diría yo, y ninguno de los que nos gobiernan en la actualidad o nos han gobernado en el pasado. Los políticos actuales serían empresarios y allá que se queden.

La única forma responsable de ejercer el voto es no ejerciéndolo. “Pero tenemos libertad de elegir”, dicen algunos ¿Libertad de elegir? ¿Elegir qué? Aquí hay muy poca libertad y nada de opciones. No somos libres de elegir nada. Nos tienen encerrados en la misma caja de siempre. Ningún cambio importante vendrá desde adentro del sistema porque quienes están ahí sacan provecho de la situación. Mientras sigamos un régimen piramidal donde ciertas personas están por encima de los demás a quienes “gobiernan”, no habrá solución a nuestros problemas. Siempre que haya un rey, un presidente, un dictador, un gobernante cualquiera con su clase política por encima de todos, seguiremos donde mismo.  No merecen nuestro aplauso. Nada más acuérdense que nosotros trabajamos duro y ellos obtienen el privilegio.

Ya sé que la política es un tema muy complejo y que yo no entiendo nada. La verdad casi nunca escribo sobre estos temas, pero, como dije, me hago viejo y pienso cosas y tomo posturas. Yo quisiera que todos nos pusiéramos de acuerdo y nadie votara. ¿Por qué votar si ninguna opción es buena y todas nos van a perjudicar de alguna manera? ¿Por qué no exigir que este sistema se acabe y se cambie de verdad? Se supone que la mayoría debemos mandar y la mayoría sabemos que el sistema es un asco y ningún partido nos ayudará, ¿entonces? ¿Por qué seguir resignados? ¿Por qué conformarnos? Pues porque estamos cansados, lo sé. Tenemos otras preocupaciones, no tenemos tiempo.

El sistema es perfecto. Funciona muy bien, lo ha demostrado por siglos. Todos calladitos y sumisos, vamos a votar, ¿por quién? Por quien sea, no importa, al fin y al cabo siempre es lo mismo. Más impuestos, más tragedias, ningún cambio. Ganan unos, perdemos la mayoría. Solo nos queda rezar para que no nos toque la peor parte de todo, para que nosotros y los que nos importan estemos bien y no nos falte nada. ¿Qué más da si roban? Siempre han robado y no podemos hacer nada. Ojalá no fuera así, pero así es.

Hay mejores caminos, pero mientras los más beneficiados sigan teniendo control absoluto, es poco probable que las cosas cambien. Pero al menos hay que hacer este ejercicio de autoconsciencia y saber y abrir los ojos y no cegarnos ni seguir partidos, ni apoyar políticos. Debemos tener bien claro que las cosas están mal, aunque no podamos hacer nada, mantener los ojos bien abiertos, nunca ceder, plantar estas ideas aquí y allá y dejar que germinen poco a poco. No nos va a tocar ver un cambio inmediato, lo sé, pero quizá suceda algún día, en un futuro muy lejano. Por ahora, solo rebélense tanto como puedan, es el único camino hacia el verdadero progreso.

Deja un comentario

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close