No me ves

Difficult not to feel a little bit disappointed and passed over. When I look right and through, see you naked but oblivious. And you don’t see me”.

—A Perfect Circle, 3 Libras

 

Quiero llorar pero no me salen las lágrimas. Eres como una silueta, o una sombra, o un fantasma. Algo que me acompaña, me acecha, siempre muy cerca de mi oído, prácticamente cubriéndome. No podría ni siquiera describir tu rostro si me lo pidieran. No recuerdo ni tu sonrisa, ni tus ojos, ni la forma que tiene tu cara, ni tu cabello. Todo está borroso, como detrás de una televisión sin señal encendida. Y tantas veces renacías en mí, como un sentimiento más que nada, eras esa sensación de paz y felicidad, el recuerdo de una añoranza pasada que jamás regresaría. Eso eras, más allá de un cuerpo y una persona, eras una emoción hermosa.

Eras una cierta expectativa, como todo lo que me rodea. Y aunque hoy te transformes en insomnio, no eres más que una decepción, como suele sucederle a todas las expectativas. Una cima inalcanzable, un deseo incumplido, una moneda de oro que queremos tener, pero una vez que logramos tomarla en nuestras manos, parece de alguna manera menos brillante. A lo lejos parecía ser un tesoro invaluable y a unos cuantos centímetros de nuestros ojos, se transforma en una piedra sin color. Muerta, como si algo le hubiera succionado el alma hace siglos. Tal vez fui yo el que lo hizo y ahora se encuentra en ese estado por mi culpa, por mi veneno y mis acciones. Ha perdido todo el valor, yo mismo se lo he quitado.

En primer lugar tal vez yo se lo di, pero ahora no tiene importancia. La añoranza no sirve más que para matar el tiempo. Como estas palabras que salen sin ningún objetivo, gritos hacia una noche que no me devuelve ninguna respuesta. No hay un eco en esta oscuridad que regrese mis palabras en la forma de tu ser. Sin embargo, yo las espero. Aquí sentado eso hago, deseando que salgan de algún rincón y me golpeen en la cara. A pesar de todo, deseo que salgas de cualquier lugar, escondida debajo de mi cama, detrás de la cortina, que salgas y me abraces por la espalda y me digas que todo está bien, que puedo dejar de escribir. La inútil esperanza que es una vela a punto de consumirse, vuelta un charco blanco que se raspa del suelo y se tira al bote de basura.

Me recrimino todo, es una manera de poder seguir adelante. Recrimino mis idiotas expectativas, mis absurdos deseos y mi ridícula ambición. Mis ganas de que seas más de lo que eres, de que estés a mi lado y cumplas con esa visión que yo tuve de ti. Que seas más que mi imaginación. Te exijo y te hago a un lado, porque sé que no puedes con la carga que llevo en mi pecho. Porque yo tampoco puedo con la tuya, pues aunque no lo creas, ni lo entiendas, yo siento lo mismo que tú sientes. Eso es lo que nos conecta, estas emociones de insatisfacción y frustración con nosotros mismos. Yo soy tu fantasma y tú eres el mío. Vivimos para atormentarnos mutuamente, sin ninguna razón en concreto.

¿Para qué nos buscamos? Hay un deseo que no se apaga, porque no hemos podido consumirlo como quisiéramos. Porque estamos parados uno frente al otro, a milímetros de distancia, pero no podemos tocarnos. Nos vemos a través del espejo y si extendemos la mano es una superficie fría lo que recibe nuestro tacto. La cálida piel que está del otro lado ha muerto. En algún punto, que no supimos ver, se murió. De esta manera la noche me engulle en sus entrañas y me dice que no queda nada más que hacer, ni lamentos, ni consuelos que no llegarán a nadie y solo van a perderse como tú. Transformada en la noche que nunca termina.

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